Con la vagancia
jugábamos todas las madrugadas
al TEG.
Tomando vino, comiendo guiso,
oyendo Attaque 77
le dábamos a la técnica y a la estrategia
de la guerra.
De la guerra de las palabras, más que nada.
A puro insulto creativo
por lograr la supremacía global
nos enteramos que existe un país
llamado Mauritania.
Las partidas nunca llegaban a su fin
de tan extenso que se hacía todo.
Nunca hubo quien ganara
y así seguimos siendo amigos.
2 comentarios:
yo conspiraba contra mi porque me aburria,se hacia largo.
que momentos aquellos! fui muy feliz jugando al TEG con los chohamus...nunca más jugué, snif.. y era la única mujer!
¿adivinan quien soy?
V.
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