Hermoso el día, pero no salgo afuera porque estoy en la casa de la escuelita que según parece no figura en el mapa. Cierro mis ojos en la siesta y me parece que estoy en mi casa escuchando risas de mis hijos y mi esposo en el comedor planeando algo de turismo. No quiero abrir mis ojos, quiero cerrarlo tan fuertes que solo mis oídos escuchen y creer que todo continúa.
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