Princesa morocha

Cualquiera diría
que estoy acá sentado
en la plaza
mirando chichis paranaenses.
En realidad estoy esperando
a mi princesa de Concordia
pa leerle unos poemas
escritos pensando en ella.

Ciudad de Pequín, China, 2008: La revolución digital.

Corren los atletas en las pantallas de la televisión; por las cámaras ultrarápidas juegan al fútbol las selecciones de Brasil y Argentina; en los aparatos de audio digitales se sienten los gritos de los lanzadores de discos y los saltadores con garrocha. Milimétricas lentes fotográficas definen los ganadores de las pruebas de 100 metros y potentes cámaras de fotos retratan los detalles de los bailarines en perfectas danzas. En las profundidades de las piletas se encuentras los ojos acuáticos para capturar las brazadas de los nadadores en busca de nuevas marcas mundiales y olímpicas. Por los celulares se exhiben las nuevas estrellas deportivas y por internet se actualizan los resultados mientras la fiesta de los cuerpos ocurre en la pantalla y en las mentes de los sujetos, como dice el mexicano Juan Villoro.

Te gusta la poesía

en la servilleta
de un bar céntrico
te grabo estas líneas
chichi careta
porque te gusta la poesía
y no te animás
a gritarlo al mundo
porque te gusta la poesía
yo lo sé

Cucu

Con la birome que usó Cucurto
para firmarme un libro,
escribo ahora este poema.
A duras penas lo estoy logrando,
se está terminando la tinta.
Con Cucu charlamos aquel
verano atolondrado
a pasitos del Paraná.
El nos contó los libros
que estaba leyendo
y yo le recordé de un mail
escrito por mi para él un día de tristeza.
Ahí Cucurtín me apretó el hombro y la espalda
con ternura y me miró
con sus ojos de niño descubridor.
Sí, ya sé lo que están pensando,
ya me lo han dicho:
-Cucurto ya fue.
Pero para mí la poesía no es una moda.
Un poema te abriga los huesos
en medio del abismo.

Fulbito

Viejas maléfica.
¡Cuántas pelotas nos chorearon!
Eramos unos tiernos vaguitos,
sólo queríamos jugar al fulbito.
Doña Marta, señora Maruca
son los nombres del horror.
Vivan los partiditos del barrio Sur,
abajo la tiranía de las chusmas siniestras.