Hay un barquito que va de Concordia a Salto
todos los días del año.
En realidad, yo le digo barco, pero ella
siempre me dice que se llama lancha, no barco.
De una costa a la otra van uruguayos y argentinos
a comprarse las cosas.
En realidad, a los orientales
les conviene más por el tema del cambio.
Las familias se pasan con sus bolsos llenos
de arroz y fideos.
Los botijitas miran las aguas del río Uruguay
y piensan: ¿de qué lado está el sol?
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