Haiku [4]

tras de ti marcho
con fuego de tu sombra
hoy me enciendo

Víctor Hugo

¿de qué planeta
viniste? barrilete
cósmico/ ¡dios!

Otras artes

Queridos Picasso y Dalí, queridos Beethoven y Mozart, queridos Whitman y Poe, queridas Pizarnik y Alfonsina, queridos Hernández y Lorca, queridos Neruda y Jara, queridos Shakespeare y Stevenson: qué distintas hubiesen sido sus artes, qué otras hubiesen sido sus creaciones, si hubiesen visto el gol más bello del mundo.

Las músicas

Si Pancho Villa y Emiliano Zapata, si Marx y Engels, si Lenin y Trostki hubiesen escuchado las músicas de los Beatles, hubiesen cambiado los sentidos de la palabra revolución.

Planes

Ni pienses que tengo planes de besarte. Maldita tú eres entre todas las mujeres. La ida de tu cuerpo enfada. Pero más irrita la violencia en la ausencia de tus palabras.

Hechos

Estábamos andando volando
Estábamos acariciando viajando
Estábamos aprendiendo volviendo
Estábamos armando vagando
Estábamos avanzando viendo
Estábamos anocheciendo viviendo

Experimento

La poesía te transforma la cara. ¿De dónde vienen esos rayos? Gelman, Benedetti, Urondo y Pizarnik se te meten adentro y tu cuerpo es un experimento sin nombre.

Ciudad de Concordia, 2007

Casualidades

Luego de publicar el texto "Escritores", se me apareció esto que sigue y que con tanto dolor escribió don Paco Urondo. Parece contestar algunas cosas. Azar puro.



Milonga del marginado paranoico

Parece mentira
que haya llegado a tener
la culpa de todo lo que ocurre
en el mundo; pero es así. Han tratado
de disuadirme psicólogos y sociólogos de mi tiempo,
me han dado razones de peso técnico largamente
formuladas y
parcialmente ciertas. Pero
yo sé que soy culpable de los dolores
que aquí siento y recorren el mundo; de las soledades
que lo van vaciando: quisiera saltar
como Juan L. Ortiz, vociferar
como Oliverio Girondo, pero: primero, ellos me ganaron
de mano; segundo, no me sale bien y aquí
empieza todo nuevamente: otro sufrimiento
igual a diapasones y recursos
que conozco perfectamente y que no vale la pena
repetir: primero, para no emularlos; segundo, porque
tendré que ir
reconociendo que no he sabido
hacerme entender. Y esto es agudo como un ataque
que nos traga la lengua; pido entonces disculpas
por la mala impresión, por las exageraciones.


Fuente: "Poemas Póstumos", Paco Urondo.