Mates y olor a tierra mojada


“Está
el olor de los pastos recién
cortados en la vereda

ya no está”

-Damián Ríos

1
Mi hermana Trini me regaló Entrerrianos de Damián Ríos a fines del 2010. El resto de las obras de Ríos (Concepción del Uruguay, 1969) las fui leyendo por obsequios, préstamos de amigos y alguna compra mía.

2
Prácticamente a Entrerrianos lo leí entero en un viaje desde Concordia a Paraná, el verano pasado. El colectivo salió el día más caluroso del año seguido de una tormenta divina. Con relámpagos y rayos de fondo, con el agua golpeando las ventanas y los truenos marcando el andar del San José, fui comiendo cada página de una novela hecha con pedazos de textos en prosa pero que alguna vez fueron poemas en verso.

3
Nunca me puedo aprender poemas de memoria. Entonces cada vez que leo uno varias veces en distintas épocas lo hago con la misma sorpresa que la primera vez. Es increíble. Eso está bueno porque no se repiten los versos como se dicen de memoria letras de canciones de rock, que perdieron toda capacidad de misterio. La poesía es otra cosa.

4
A El perro del perro del poema lo leí entero mientras cuidaba a mi papá en la clínica un verano espantoso. Todas las noches agarraba el libro flaquito y largo como una pistola y al azar y en voz baja tiraba los versos de un libro que compila poemas publicados en distintos lugares.

5
Las historias que componen Entrerrianos son fragmentos de recuerdos, muchos de ellos de Concepción del Uruguay. Es una novela sobre una familia, sobre la muerte de una madre, las charlas entre un chico huérfano y su padre viudo. Abuelas, tíos, primos, vecinos, novias y amigos de la adolescencia que aparecen y se van antes que termine la página.

6
Dentro de Entrerrianos (Mansalva, 2010) está metida la novelita Habrá que poner la luz, publicada por Eloísa Cartonera. Ese fue el origen de esta nueva novela hecha con retazos viejos.

7
Sobre La pasión del novelista, otro de los libros de Damián: “Lo único que puedo decirte es que son textos dictados por una voz que creí escuchar con mucha claridad hacia fines de los 90 y que crecieron al calor de lecturas y discusiones cuando yo no tenía ningún proyecto afuera de la literatura”.

8
Todo el tiempo vuelvo a las lecturas de sus libros. Siempre los tengo a mano, ubicados en distintos puntos de mi pieza. Uno arriba de la pc, otro sobre el escritorio, un par sobre la mesa de luz, otro al lado de la cama. No es necesario que diga que quiero robar sus tonos y temas y reversionarlos con mi propia historia de fondo. Es lo que hago.

-Publicado en Laurentino (www.culturaenparana.com.ar)

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