No te voy a admitir
que el borde plateado
de la nube gris de la noche
se parece al ánimo con que
te movés al caminar.
Nunca lo voy a confesar ante vos.
Tampoco te voy a decir
que sos como un talibán con cien rehenes
a punto de estallar en pedazos
en nombre de Alá y de Oriente.
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