Trini:
algún día, quién sabe,
llegaremos a Gualeguay
sólo para hacer dos cosas pendientes:
ir a la antigua casa de Lela, y pararnos
en frente, no abrazados, quizás sí de la mano,
y vamos a recordar todos los juegos
dentro de esa irrepetible casona vieja.
Luego nos iríamos a calle Monte Caseros,
ahí a la vuelta, y otra vez lo mismo:
los días que cuidamos de Lelita,
tus risas, las caminatas por las calles;
nuetras narices y manos pegadas a las vidrieras
deseando esos juguetes inalcanzables.
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